Época: Renacimiento Español
Inicio: Año 1500
Fin: Año 1550

Antecedente:
Otros arquitectos toledanos. Francisco de Villalpando

(C) Alfonso Rodríguez G. de Ceballos



Comentario

También es interesante la obra de Hernán González de Lara (¿Ampuero?, h. 1512 - Toledo, 1575), aunque no sea tan significativa como la de Villalpando. Es el representante del eclecticismo que aún se mantenía en Toledo a mediados de siglo: utiliza estructuras planimétricas y técnicas de tradición gótica, aunque en lo decorativo y en el tratamiento de las superficies sea capaz de emplear con soltura los elementos del nuevo estilo renaciente siguiendo los modelos de Covarrubias y de Serlio a través de él.
El maestro se estableció en Toledo en los años cuarenta para no dejar ya la ciudad hasta su muerte. Allí, al contrario de lo habitual entre los artífices de su época, Hernán González se ocupó exclusivamente de actividades relacionadas con la arquitectura, dedicándose a las labores de tracista y maestro de cantería; nunca trabajó como escultor, ensamblador o pintor. En 1541, en el contrato del claustro principal del monasterio de San Pedro Mártir, se le menciona ya como maestro de cantería, aunque nada se sabe de su formación previa, que se ha supuesto realizada junto a Covarrubias en la obra del Hospital Tavera.

Además de la construcción del claustro mencionado y de ciertas actividades desconocidas pero seguras en el Tavera, ya que fue nombrado aparejador de la fábrica en 1545 -y ello implicaba un conocimiento exacto de los trabajos que se realizaban-, Hernán González llevó a cabo varias tareas bajo las órdenes del maestro de Torrijos, para quien trazó, en 1543, las ninfas de la portada del palacio arzobispal, cuya obra de cantería contrató para su conclusión al año siguiente.

La intervención más trascendente para su carrera es la que lleva a cabo en el Tavera, primero como aparejador y hombre de confianza de Covarrubias, ocupándose entonces de elementos de gran importancia formal -los patios (1545-1547), las ventanas altas (1545-1546) y las del piso inferior (1545) de la fachada-, y luego como maestro mayor de la fábrica, cargo que había abandonado Covarrubias, desde 1550. Un año antes había dado trazas para la capilla del Hospital por encargo de Bartolomé de Bustamante, resultando una iglesia de una nave, con planta de cruz latina y decoración clásica, una tipología nada novedosa a mediados del siglo XVI, que fue finalmente desestimada.

Se ocupó también de la distribución de las habitaciones de los Cuartos de San Lázaro y de las Cocinas (1552), así como de la galería de la fachada principal, en la que redujo el número de vanos y modificó en dos ocasiones la composición de las torres de las esquinas que aparecían en el proyecto de Covarrubias, la primera para abaratar los costes y la segunda para introducir una idea original, cambiando las torres macizas por otras más ligeras, con dos o tres vanos arqueados en cada cara sobre pilares, a los que irían adosadas las columnas corintias que sostendrían el friso superior -lo que pone de manifiesto la incomprensión de las reglas de superposición de órdenes, puesto que la fachada es toscana.

Hernán González siguió al frente de la fábrica -excepto un pequeño lapso, desde fines de 1551 hasta marzo del año siguiente, en el que viajó a Andalucía- dando trazas que modificaban con un claro sentido pragmático el esquema planimétrico de Covarrubias, tomado de Fra Giocondo y basado en la simetría de las partes, siempre en favor de la funcionalidad del edificio. En 1559 fue llamado a Jaén por el obispo Diego Tavera, patrono del Hospital, para preparar un nuevo modelo para la capilla en colaboración con el maestro mayor de la catedral, Andrés de Vandelvira, trazas que fueron terminadas por ambos el año siguiente en Toledo; de tal proyecto sólo se mantuvo la planta, que es simplificación de la proyectada por Covarrubias para la iglesia de la Concepción Jerónima de La Puebla de Montalbán, puesto que el alzado se debe a Nicolás de Vergara el Mozo y comenzó a levantarse en la década de los ochenta.

Es precisamente a partir de este momento cuando González de Lara empieza su actividad como tracista. En 1562 proyectó, con el maestro de cantería Ochoa de Muniátegui, los cuerpos superiores de la parroquia de Villa del Prado (Madrid) y continuó la remodelación definitiva de la Casa de Mesa, que había iniciado con Covarrubias en 1557, dando trazas para las reformas del patio y de la portada principal, que deriva de la parte baja de la Puerta Nueva de Bisagra -simplificando algunos de sus detalles- y se encuentra exactamente en el Libro IV de Serlio.

Más interesante que sus obras de la década de los sesenta -torre de la parroquia de San Miguel e iglesia de Nuestra Señora de la Paz en La Puebla de Montalbán, capilla mayor de la iglesia de Navahermosa, cuerpo de la parroquia de Menasalbas- es su viaje de 1564 al monasterio de El Escorial, llamado a consulta, junto con otros maestros, por el prior para tratar sobre el cambio del proyecto primitivo del edificio para ampliar su capacidad. En su informe, emitido junto con Rodrigo Gil de Hontañón, aconseja sobre la seguridad y funcionalidad de la construcción, al tiempo que critica el espacio interior de la basílica centralizada proyectada por Juan Bautista de Toledo, cuyos pilares eran demasiado gruesos como para permitir la contemplación del altar mayor desde los laterales, lo que evidencia su tradicionalismo frente a los nuevos conceptos espaciales, su apego a los espacios longitudinales unificados de las iglesias columnarias de raigambre gótica y su crítica del espacio central unificado que proponía Juan Bautista.

Con todo, la influencia de esta visita se dejó sentir en el cuerpo de la iglesia de La Torre de Esteban Hambrán (Toledo, 1564), donde intenta romper con los esquemas formales y técnicos de sus obras anteriores, aunque no lo consigue por completo en lo estructural. La iglesia tiene una sola nave de tramos muy estrechos, en cuyos muros se abren capillas-hornacinas de muy poco fondo; los arcos perpiaños son de medio punto sobre medias columnas dóricas adosadas a pilares, cuyos capiteles se convierten en un entablamento corrido; las bóvedas de cañón con lunetos se deben probablemente a Nicolás de Vergara el Mozo.

En 1566 fue nombrado maestro mayor de la catedral toledana, tras la jubilación de Covarrubias, ocupándose entonces de las condiciones de la puerta catedralicia de la Presentación y de la traza de la parroquia de Cuerva (Toledo), donde se muestra falto de habilidad al manejar el léxico estructural, pero capaz de llegar a algunas soluciones puntuales innovadoras. Su actividad como maestro diocesano le obligó a abandonar casi por completo sus obras particulares. El Ayuntamiento también le consideró como el futuro sustituto de Covarrubias al frente de las obras municipales, a las que le fue incorporando paulatinamente desde 1567. Sin embargo, las obras emprendidas por ambas instituciones en este momento no son demasiado significativas, si para la catedral dirige la obra de la puerta del claustro, para el Concejo llevará a cabo pocas obras importantes, la Puerta del Cambrón (1572), la alhóndiga y la ermita de San Leonardo. Mejor fortuna tuvo con las obras de carácter privado. En 1568 se hizo cargo de la obra de la casa de don Diego de Vargas, trazada por Villalpando y casi concluida; en ella debió modificar la escalera, simplificando la preimperial de cinco tramos en E, proyectada para ocupar el ancho de cinco vanos de la panda septentrional del patio, hasta convertirla en una escalera claustral, con lo que descentró el ingreso y rompió la simetría del diseño anterior. También para Vargas proyectó en 1569 una casa en La Torre de Esteban Hambrán, de la que queda poco, en la que de nuevo sigue los modelos del Libro IV de Serlio para componer la portada. Del mismo año son los seis pares de puertas para los corredores altos- de los patios del Tavera; los cuatro tipos de puertas se mantienen dentro de fa temática serliana, con variaciones más o menos complicadas, adaptándose a las directrices generales de Covarrubias para el edificio, si bien introduciendo ciertas novedades y licencias.

La obra más importante de sus últimos años fue la casa, inacabada, de don Fernando de la Cerda en Toledo (1571), en la que tuvo como colaborador al joven Juan Bautista Monegro. González trazó y dirigió la construcción hasta su muerte, momento en el que debían estar levantados la fachada posterior hacia la Vega, el patio y la capilla, así como las salas de las zonas septentrional y central del edificio. En la primera se deja sentir tanto la influencia de la arquitectura italiana relacionada con Serlio, en la ausencia de torres en las esquinas y la aparición de los refuerzos esquinales almohadillados en los dos pisos bajos, como la de la arquitectura de Covarrubias, en la organización del edificio en pisos separados sin órdenes columnarios, excepto en la galería del piso alto que presenta pilastras toscanas. El patio es más innovador; presenta una sola arquería en forma de serliana, un motivo tomado de Villalpando en el patio de la casa de Vargas, que ocupa uno de los lados más pequeños, en tanto que los otros tres y el cierre de los dos pisos por encima de dicha serliana son muros de ladrillo.

Esta tipología tuvo gran desarrollo en la Italia de principios del Cinquecento, probablemente a partir de una creación de Antonio de Sangallo el Joven, y quizá aparece en la obra de Hernán González a través de la descripción traída por algún viajero de Italia. La capilla centralizada, una tipología muy rara en España, posiblemente procede del proyecto de Covarrubias de 1550 para la capilla del Alcázar de Toledo, también octogonal, que acabó por ser modificado por Herrera.